Robots emocionales y otros ejemplos de monitorización sentimental

Desde siempre hemos intentado conocer -con mayor o menor éxito- los sentimientos de los demás.

Desde el hombre cuaternario que, en el interior de su cueva, miraba a los ojos de su pareja intentando discernirla, hasta los días actuales, en los que intentamos conocerlo y predecirlo prácticamente todo acerca de aquellos que nos rodean, los sentimientos ajenos siempre nos han importado (empatía aparte) porque nos permiten agradar a los demás e interactuar con ellos con mayor eficacia.

Lo que ocurre es que en la actualidad todo cambia. Las técnicas para conocer qué siente o piensa tal o cual persona han evolucionado mucho más allá de los rudimentarios mecanismos que utilizaban nuestros antepasados, y seguirán haciéndolo en un futuro cercano.

Hoy en día ya existen algunos ejemplos, más o menos rudimentarios, de monitorización de sentimientos, que anticipan un futuro extraño en el que nos relacionaremos con máquinas, también a nivel emocional, como lo haríamos con seres humanos.

Algunos ejemplos de monitorización sentimental

– Robots emocionales

Son cada vez más populares y gozan de gran éxito en algunos países especialmente vanguardistas, como Japón.

Los robots emocionales buscan ser los “compañeros perfectos” de sus dueños, y por eso disponen de la capacidad de discernir si éstos están enfadados, alegres o tristes, en base a variables como tono de voz utilizado por el usuario.

No obstante, los actuales modelos no son más que el principio de una tecnología que promete un desarrollo explosivo durante los próximos años. Al uso comercial o doméstico de los actuales robots emocionales es probable que se añada su utilización, muy pronto, en ambientes educativos, hospitalarios y en la atención a la tercera edad.

Ante estas perspectivas, la pregunta es clara: ¿queremos sustituir a los seres humanos en cuestiones tan básicas como la interactuación emocional? Si se lleva a cabo esta sustitución, ¿tendrá efectos positivos o negativos?

– Asistentes virtuales emocionales

¿Alguien duda de que, en poco tiempo, comenzarán a interactuar con nosotros de una forma mucho más emocional?

A pesar de sus actuales limitaciones, los asistentes virtuales ya son tratados por algunas personas casi como compañeros, pero existen múltiples visiones de futuro en las que llevarían ese tipo de relaciones mucho más allá, conforme el machine learning y la inteligencia artificial continúen su desarrollo y posibiliten relaciones mucho más profundas.

Un claro ejemplo lo encontramos en la película Her, del director Spike Jonze y con Joaquin Phoenix en el papel protagonista de un hombre despechado tras una ruptura que se enamora locamente de su sistema operativo, un software capaz de entender las emociones del usuario, interactuar con el íntimamente y desarrollar sus propias emociones. ¿Llegaremos tan lejos en nuestras interactuaciones con un software inteligente?

– Monitorización de redes sociales

En la actualidad ya existen herramientas que se dedican, por ejemplo, a monitorizar las interacciones, menciones, etc. de los usuarios respecto de las marcas.

Se trata de una forma indirecta y muy básica pero significativa de monitorizar sentimientos. Para las empresas, conocer cuál es la opinión de los usuarios resulta clave. Aspectos como la reputación digital se ven reflejados a través de todo tipos de comentarios y consideraciones de los usuarios, que no dejan de ser reflejo de sus sentimientos respecto de la marca.

Hasta tal punto se toman en serio las empresas esta cuestión que, durante los últimos años, se han desarrollado múltiples herramientas para monitorizar redes sociales, y que, en algunos casos, incluso dividen sus categorías en apartados tan explícitos como “sentimiento”.

¿Estamos, realmente, ante una monitorización de sentimientos? De una forma general, no demasiado específica, podría decirse que sí, y es que las redes sociales se han convertido en espacios en los que las personas vierten una gran cantidad de información acerca de sus gustos y preferencias (así como acerca de sus odios o animadversiones) que dejan entrever sus opiniones y sus emociones.

– IoT emocional

Más allá de dispositivos específicos, como robots o asistentes virtuales, en nuestro futuro cercano asoma toda una generación de dispositivos emocionales, capaces de conocer nuestros gustos, preferencias y estados de ánimo.

En la actualidad ya existen aplicaciones que intentan persuadirnos, sugiriéndonos compras en nuestro teléfono móvil, por ejemplo. Y aunque sea dudoso que eso suponga que conocen nuestros sentimientos, sí pretenden adelantarse a nuestros deseos. En el futuro, es previsible que este tipo de software vaya aún más allá.

Así, múltiples dispositivos (tan variados como podamos imaginar) serán capaces de detectar y afectar a nuestro ánimo, llevando a cabo acciones como la de seleccionar la música de nuestro entorno en función de nuestro estado emocional o incluso la de concertar una cita con nuestro médico si detectan que estamos muy bajos de ánimo o energía, todo ello de forma autónoma, únicamente analizándonos. Estamos hablando, por ejemplo, de wearables, aparatos domésticos o incluso dispositivos con los que interactuemos en la calle.

Ahora bien, este tipo de relaciones, que muchos considerarían invasivas, ¿son permisibles? ¿Son deseables? ¿Hasta qué punto vulnerará o no nuestra intimidad la capacidad que tengan algunos dispositivos para conocernos tan íntimamente? Eso, por no hablar de cuestiones directamente relacionadas con la seguridad, la libertad o el acceso que terceros puedan tener a toda esa información tan sensible…

El futuro es un lugar tan apasionante como extraño e impredecible; por ello, por el momento sólo podemos imaginar qué nos deparará. ¿Cuál es tu opinión? ¿Te sentirías cómodo interactuando, por ejemplo, con un robot que entienda tus emociones aún mejor que tú mismo?

Nos encantaría leer tus opiniones. Además, puedes compartirlas con los lectores de este blog muy fácilmente, dejando un mensaje en la caja de comentarios que encontrarás al finalizar este artículo.

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