Historia de la monitorización: conoce su controvertido origen

Cerrad los ojos, respirad lenta y pausadamente, ¿podéis ya sentir el frescor en las puntas de vuestras botas? ¿en las falanges tensas de vuestras manos? El primer escalón se encuentra delante. Es una escalera de caracol armada con sillares desgastados bajo viejas dovelas. La tenue luz de un candelabro te acompaña. ¿A qué esperas? ¡SUBE! El libro prohibido te espera en la última de las estancias, al fin sabrás algo sobre la historia de la monitorización.

Una vez en la estancia, apartadas las telarañas y con tu espada medieval aparcada en una esquina como si fuera una escoba, decides dirigirte al atril sacro, y de maderas nobles, que corona el anexo de la capilla. Pesadas tapas y duros nervios tiene el códice, y en letras doradas: La Historia de la Monitorización.

Es entonces cuando te lames el dedo para pasar las páginas y comienzas con el relato sin miedo a que nadie te interrumpa:

“A ver, a ver, Historia de la monitorización, así, como tal, no sé si habrá”, comienza el libro.

“Pues empezamos bien”, te dices y sigues leyendo.

“A ver, a ver, Historia de la monitorización, así, como tal, no sé si habrá, pero remontémonos a unos posibles orígenes. Nada del paleolítico ni de la Restauración, para que haya monitorización de ordenadores, deben existir los ordenadores, y ya te digo yo que aunque a los Picapiedra les sirviera un pelícano como eficaz y moderna hormigonera, los ordenadores no llegaron hasta mucho más tarde.

Nos queremos centrar en este códice, que ya salió con las hojas amarillentas de fábrica, en una idea: Piensa que los primeros ordenadores, desde Alan Turing eran armatostes enormes, que llenaban habitaciones y que siempre había un tío allí vigilando que funcionarán bien. Ese hombre que vivía en soledad echando un ojo a pilotos y cables en aquellas ratoneras en las que solo cabía él, su almuerzo y el inmenso ordenador, fue la primera monitorización existente. Eso es, un tío discreto, quizá afiliado al Atlético, revisando que todo fuera bien. Ese fue el primer sistema de monitorización. Pura historia de la monitorización yyyyy se llamaba José Jaime.”

“¿¡José Jaime?!” te preguntarás exaltado.

“Bueno, en realidad no tenemos ni idea de cómo se llamaba. Pero le vamos a poner José Jaime por no cosificarlo con un número. Pero continuemos con nuestro peregrino relato, querido lector. Suponemos, y no es mucho suponer, que, con el tiempo y las innovaciones, alguien llamó a su despacho a José Jaime, ya sabéis, un tipo encorbatado, ya experto en la materia, y le dijo `Largo de aquí J.J., sé que han sido muchos años de servicio y de vigilar los termómetros de mercurio de cada ordenador, pero ya hemos conseguido leer estos de forma automática y presentar los datos en el propio ordenador, no te necesitamos, pilla tu taburete de vigilar y tu almuerzo y vete´.

José Jaime lloró día y noche durante la primera semana, granjeándose el odio de sus vecinos, casera, perros, mujer y chiquillos. De hecho, los que pudieron, empacaron sus pertenencias en un hatillo y se largaron. Su mujer, la primera. No respetaba nada a los lloricas. Por eso también dejó con José Jaime a uno de los chiquillos.

Una vez repuesto y rehidratado José Jaime recapacitó, las primeras monitorizaciones no eran más que scripts a medida para cada situación. De hecho, ese era el fundamento de compañías como Nagios, una de las compañías de monitorización más longevas. Jose Jaime, vió la luz y montó su propio negocio de monitorización con su hija, huérfana de madre, Jimena José, de asesora. Ambos se dedicaron a estandarizar el uso de esos scripts de los que hablamos, para que se pudieran ejecutar de forma centralizada. Ya no se trataba de un solo ordenador, de talla ancha, se trataban de diez o de cien, es verdad que ya no se podía poner a un tío, por muy majo y profesional que fuera, a observar cada maldita pantalla de cada maldito ordenador. La cosa era recolectar la información y centralizarla en una sola pantalla, una bien grande y chula. Plana, si se podía. Así sí, un solo tío, majo y profesional, podría tener visibilidad de miles de dispositivos a la vez en un único punto.

Y no solo eso, el equipo J.J decidió ir más allá, pasando, ahora sí que sí, a la historia de la monitorización. Optimizaron una idea llamada “Alertas por umbrales”, una pieza clave de cómo se entiende la monitorización de redes hoy en día. Después de aquello, la fama, el reconocimiento y la fortuna les llegó a raudales. De hecho, quisieron readmitir a José Jaime en su antigua empresa, de la que fue cruelmente despedido y este dijo que no. Es más, su antigua mujer quiso volver a juntarse con él y reunir a los niños, y le dijo que los niños se reunieran pero que él ya no volvía con ella ni con el perrete, que siempre le acababa mordiendo los calcetines. Y en cola vinieron también los vecinos y la casera y también les dijo que no. Ahora él y sus hijos, todos los J.J., se valían solos en esta nueva conquista del mundo de la tecnología.”

Una vez cerrado el libro de golpe, y tras que el polvo expulsado y en suspensión se sosegara de nuevo sobre las tapas, te alegras de haber formado parte de esta nueva aventura y de conocer, al fin, que aquella primera empresa que formó José Jaime con su nene se llamaba Pandora FMS, la leyenda que ya forma parte de la historia de la monitorización.

Una vez leído todo esto y más, puede que te parezcamos insondables, pero no te alarmes, coge tu barquito de papel y explora todas las funcionalidades de Pandora FMS que quieras con una prueba completamente gratuita y funcional por un período de 30 días. Seguro que te quedas con nosotros.

Y si quieres seguir el ritmo de todas nuestras novedades y te va el rollo IT, release y, por supuesto, monitorización, te esperamos en este nuestro blog y en nuestras distintas redes sociales, desde Linkedin a Twitter pasando por el inolvidable Facebook. Hasta canal de Youtube tenemos, y con mejores narradores que El Rubius y AuronPlay.

Shares