Trabajar en el campo de la monitorización de software puede parecer aburrido o demasiado técnico, pero déjame decirte que hay más diversión y emoción de lo que uno podría imaginar.

No es que estemos todo el día de barbacoa y celebraciones, pero una vez casi hacemos unas olimpiadas artesanales en la oficina. Rollo The Office.

*Larga vida a Michael Scott.

En fin, acompáñame en este viaje por un día en la vida de un experto en monitorización de software, donde las líneas de código se mezclan con las risas y el café soluble.

Nuestro protagonista, al que cariñosamente llamaremos “Capitán Monitor”, se enfrentará en este pseudodocumental de flora y fauna, a un día lleno de desafíos técnicos y sorpresas inesperadas.

Desde el momento en el que abre uno de sus perezosos ojos cubiertos de legañas hasta que cierra su portátil última generación, su vida es una montaña rusa de emociones y situaciones hilarantes.

Primera hora

Comencemos con la hora punta matutina, exactamente cuándo el Capitán Monitor se enfrenta a la temida avalancha de alertas en su bandeja de entrada.

Mientras intenta clasificar y priorizar las alertas, se encuentra con una que dice:

“¡El servidor principal se ha convertido en una orquesta de mariachis que acaban de salir, pedo, del Salón Tenampa a Plaza Garibaldi!”.

Sí, lo has leído bien.

Resulta que un “compañero” bromista decidió jugarle una pequeña broma y cambiar los tonos de alerta por rancheras de Lucha Reyes.

Pero las sorpresas no terminan ahí.

Media mañana

Durante una reunión de equipo, Capitán Monitor descubre que su encantador compañero de cubículo ha convertido su escritorio en una jungla de cables, clavijas, módems y demás dispositivos electrónicos…

Entre tanto monitor gigante y las pilas de discos duros, el Capitán parece hallarse perdido en una especie de versión moderna del Jumanji de Alan Parrish.

No importa cuánto insista en que la monitorización de software moderna en realidad no requiere de un entorno de trabajo de tan alto emperifollamiento tecnológico, su compañero sigue y sigue sacando trebejos con enchufe para paramentar su particular mundo de fantasía digital.

Primera hora de la tarde

En medio de las pruebas y los ajustes del sistema, Capitán Monitor también se enfrenta a los desafíos de lidiar con el “usuario olvidadizo”.

Sí, ese usuario que llama a todas horas con problemas que podrían solucionarse con un simple reinicio.

Pero nuestro héroe no se rinde fácilmente y se convierte en el maestro de las instrucciones básicas de reinicio.

A veces incluso sueña, mientras dormita en el baño a la hora de la siesta, con una vida en la que no tenga que decir

“¿Ya intentó reiniciar su dispositivo?”.

Tarde profunda

Pero no todo es caos y microúlceras en el mundo de la monitorización de software. Capitán Monitor, que como habéis podido adivinar curra en el Departamento de Soporte, también tiene su momento de gloria cuando logra detectar y solucionar un problema crítico de escala global antes de que cause un colapso en el sistema de la compañía de encargos florales que monitoriza.

En ese momento de triunfo se siente como si estuviera en el escenario principal de un concierto de rock, con la multitud vitoreando y los fuegos artificiales estallando en lo alto.

“Sí, esta es la vida que he elegido y me gusta”, exclama para sí.

Justo antes de acabar la jornada

Al final del día, cuando no todo peligro ha pasado pero se empieza a obviar por agotamiento, Capitán Monitor se relaja y comparte algunas anécdotas graciosas con sus colegas en la sala de descanso.

Todos se parten la caja y comparten historias similares de locuras técnicas y situaciones tensas con los clientes.

Es, más que nunca, en esos momentos compartidos cuando Capitán Monitor se da cuenta de que, a pesar de los desafíos y de las tres mil perrerías que sufre a diario, hay una camaradería especial entre los expertos en monitorización de software.

Son una comunidad unida, aventurera, cool.

Here we go again

Y así, a la mañana siguiente, estamos seguros de que el Capitán Monitor se levantará con energía renovada, listo una vez más para enfrentar otro día lleno de desafíos en el emocionante mundo de la monitorización de software.

Porque, aunque pueda haber momentos de frustración y estrés, no hay nada como la satisfacción de descubrir y resolver problemas para quedar bien con el jefe.

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