Hoy, en el blog de Pandora FMS, vamos a ponernos parabólicos, no como las antenas que inundan el skyline de tu ciudad corrompiendo el cielo con su veneno 3G, no. Parabólicos de parábola. Like Yisus. Así, a través de una dulce historia que tu voz mental leerá de forma engolada, llegaremos hacia una increíble conclusión inflada de moraleja y buenas vibras.

Vamos allá con la narración sobre la vida secreta del software

Había una vez un pequeño software llamado Glitchinator que trabajaba en una oficina aburrida de un edificio gris y monótono. La decoración era tan excitante como un concurso de ajedrez:

  • Una alfombra gris hulla.
  • Paredes gris ceniza.
  • Cortinas gris humo…

El aire acondicionado hacía un ruido un tanto particular, entre unas croquetas congeladas lanzadas de golpe a la sartén y una orquesta sinfónica que toca la misma nota una y otra vez. El resto de empleados software, CrashMaster, Crisistracker, FaultFinder… caminaban por la salita como zombies con los ojos en blanco. La peña no hablaba, solo sumergía su bolsita de manzanilla y emitía sonidos muy parecidos al tecleo redundante de una máquina de escribir del siglo XXI.

“Si alguna vez has querido experimentar cómo sería trabajar en una tumba, esta oficina es el lugar perfecto para ti.”, solía decir Glitchinator.

Por supuesto Glitchinator se sentía atrapado en una rutina de código y programación, sin emoción ni aventura en su vida. Todo era lavar los periféricos, planchar la pantalla, lustrar iconos… y los domingos por la mañana aspirar el disco duro. Pero algo cambió una noche cuando todos los empleados se fueron a casa y Glitchinator, por primera vez, se quedó solo en la oficina tras volver de pasear por la terraza a unos archivos.

“¿Por qué dejar que tus archivos sean unos sedentarios?”

Allí solo, el gris fue tomando color y Glitchinator se sintió libre.

¿Qué hacer ahora que nadie lo miraba, que nadie estaba pendiente de él, que nadie lo juzgaba?

Podría… acaso… podría ¡¿Podría ser un programa travieso?!

“Sí, joer, qué demonios”

Así que se volvió loco. Se quitó la camiseta, se arremangó los pantalones y cambió todas las fuentes en los documentos de Word en el ordenador de su compañero Boris DefectDestroyer, lo que lo dejó moderadamente desconcertado al día siguiente. Después, se envalentonó y cambió los íconos en el escritorio de la PC del jefazo, el Señor MalwareMangler, lo que lo dejó igualmente confundido. A él siempre le gusta tener la papelera en la esquina superior derecha de la pantalla. Pero eso no fue suficiente para Glitchi. Quería hacer algo aún más atrevido. Así que decidió hacer una visita a la impresora, allí se bajó los pantalones y comenzó a imprimir hojas con imágenes “graciosas”:

  • Fotos de gatitos con sombreros de cumpleaños.
  • Un aguacate con auriculares.
  • Y chorricientos memes con frases tales como “Estoy compilando, por favor, no me hables”, “Keep Calm and Debug On”, “¡Error 404: humor no encontrado!“.

Las dejó esparcidas por toda la oficina. Glitchinator estaba en su elemento, a su aire, sin ningún tipo de restricciones. Pero lo que no sabía es que su aventura secreta no iba a durar mucho tiempo. El equipo de S.W.A.T. de IT descendió atravesando los paneles de corcho del techo de la oficina y apuntaron a Glitchi con sus armas letales de código abierto.

Alguien les había dado el telefonazo

Afortunadamente para Glitchi, tras la paliza ilícita, el tipo más duro entre el equipo de S.W.A.T. de IT encontró una de “las travesuras” de Glitchi algo divertida, creo que fue el aguacate con auriculares. Era la monda. Tras las súplicas y lloriqueos del pobre software, los del equipo le dieron una palmadita en el hombro y le dijeron que está bien soltarse de vez en cuando, hacer algo que rompa con la inmutabilidad de lo cotidiano, pero siempre y cuando no pusiera en peligro la seguridad de su empresa hasta que alguien tuviera que llamar a los S.W.A.T. Desde aquella buena o mala tarde, según se mire, Glitchinator se convirtió en un software modélico, siempre haciendo lo que debía y evitando cualquier tipo de chiquillada que pudiera acercarlo a una fotocopiadora. Dejó el alcohol incluso.

Conclusiones

¿Has podido llegar a vislumbrar la enseñanza de esta parábola extravagante? Te damos tres opciones.

  1. La moraleja de la historia es que la monitorización es crucial para mantener a los programas informáticos bajo control. Sin ella, pueden hacer barrabasadas peligrosas y poner en riesgo la seguridad de tu empresa.
  2. La moraleja de la historia es que resulta importante estar abiertos y dispuestos a recibir la Palabra de Dios. También nos enseña la importancia de perseverar y superar las dificultades.
  3. La moraleja de la historia es que todos somos pecadores y podemos cometer errores en nuestras vidas, pero siempre hay una oportunidad de arrepentirse y volver a empezar.

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