Somos unos drogodependientes. No del verde cannabis o del MDMA, necesariamente, pero sí de algunos elementos esparcidos por el globo que sustentan la base de la economía mundial y que necesitamos, como agua de mayo, para que todo siga en orden. La escasez de chips de silicio ya es uno de los problemas más asfixiantes a los que la humanidad se tiene que enfrentar en estos tiempos, te lo contamos en este artículo.
Un nuevo problema mundial: La escasez de chips de silicio
Quizá hubo algún espabilado que lo supo antes, pero, para el resto de los mortales, fue en 2021 cuando quedó al descubierto la cruda dependencia que tiene la industria tecnológica con las fábricas que producen microchips. Sí, esas pequeñas cosas totalmente imprescindibles para el funcionamiento de los dispositivos electrónicos.
Ya puedes empezar a temblar, la escasez de semiconductores, de los chips de silicio, que actúan como la cabeza de los dispositivos informáticos, no nos viene bien. Porque, como deducirás, lo controlan todo en la actualidad, desde tu smartphone hasta el portátil, desde la tablet hasta tu nuevo coche, desde tu lavadora de última generación, hasta la Playstation 5 de tu chiquillo.
¿A qué viene esta crisis de semiconductores?
Como ocurrió con el resto de mercados, las restricciones impuestas por la pandemia obligaron a cerrar muchas de las fábricas que se dedicaban a la producción de estos chips, dificultando así su producción. Y esto no fue lo peor, es que, encima, aumentó la demanda de dispositivos informáticos, ya que todo el mundo estaba encerrado en su casa, necesitando trabajar por remoto o entretenerse con pantallas para no morir del asco haciendo pan o mirando a la pared. A todo esto se le sumó el inevitable retraso en los envíos y los transportes a escala mundial, también la subida del precio del silicio, elemento esencial de los microchips, y de otros componentes que se disputaban, con encono, las grandes potencias mundiales. Por si fuera poco, dos grandes productores de chips, como son Taiwán y China, sufrieron ciertas catástrofes que afectaron gravemente a la capacidad de sus fábricas.
Sabemos que la industria de los semiconductores fluctúa, que es veleidosa y atraviesa con regularidad ciertos ciclos de escasez, pero es que todo ha sucedido al mismo tiempo: dicha naturaleza fluctuante, la alteración de los patrones de demanda y oferta debidos a la pandemia, los desacuerdos entre las grandes potencias, y luego las catástrofes en los países de mayor producción… ¡Ni hecho a posta!
¿Quiénes han sido los peor parados a causa de la escasez?
Uno de los mercados que más se ha visto afectado es el automovilístico. De hecho, la asesoría financiera AlixPartners recuerda que, debido a la escasez de chips, la industria automovilística mundial ha perdido, este pasado 2021, 210.000 millones de dólares en ingresos. Eso son unos 7,7 millones de coches menos.
Pero no solo eso, la escasez de semiconductores también amenazó la disponibilidad de smartphones, tablets y demás cachibaches con microchips en los últimos meses del año pasado, que es, como sabéis, cuando se venden más estas cosas. El tirón de Navidad.
De hecho, la mismísima Apple, durante noviembre, tuvo que elegir entre sus iPads y sus iPhones, desviando los chips que tenía originalmente destinados a los primeros para los segundos, ya que los iPhones se venden más y les resultan más lucrativos. Esto significó que muchas tiendas especializadas en Reino Unido no tuvieran existencias del iPad mini o del iPad básico hasta pasados meses.
Pero ahora viene quizá el sector que más ha reivindicado el problema del silicio, los chips, los semiconductores y todos sus ancestros: el mundillo gamer. Porque el universo se puede hundir con un solo chasquido de Thanos pero que haya sido difícil de conseguir la nueva y flamante PlayStation 5 o la Xbox Series X es imperdonable. Y es que Sony se las vio canutas. Obligada, incluso, a frenar la producción de su producto estrella, la PS5, porque los cientos de chips que la componen resultan demasiado difíciles de conseguir. Lo mismo pasó con el gigante Nintendo, que advirtió, acongojado, que se encontraban en serios problemas. No podía satisfacer la demanda de su nueva consola. Mientras, las tarjetas gráficas de alta gama para juegos de pc todavía siguen siendo difíciles de encontrar. Si la cosa sigue así, en cualquier momento los niños rata, dejan los mando del Call of Duty, salen de su madriguera y van ellos mismos a refinar el silicio.
Si nos vamos al espectro estético, advertimos que si eres calvo pudiste no notarlo, el secador de pelo Supersonic y el moldeador de pelo Airwrap nos han faltado durante meses, ya que Dyson, el gigante tecnológico, sigue mendigando chips entre los pocos suministros que trasiegan a nivel mundial.
Conclusión: ¿Qué pasará en el futuro próximo?
Sí, la cosa está muy malita respecto al abastecimiento de chips y de materiales semiconductores. Aunque, tranquilos, los expertos avisan de que los efectos de la escasez solo tardarán un año en remitir. Habrá mejoras paulatinas, aunque seguramente no se satisfaga toda la demanda antes de 2023.
Muchas empresas, como Intel, han decidido crear nuevas fábricas de chips en Europa, América y Asia para evitar otro desabastecimiento a tal escala. Mientras tanto, medita, haz ejercicio, lee nuestros artículos, revisa tu sistema de seguridad, o intenta que el tira y afloja vuelva como deporte olímpico.
Dimas P.L., de la lejana y exótica Vega Baja, CasiMurcia, periodista, redactor, taumaturgo del contenido y campeón de espantar palomas en los parques. Actualmente resido en Madrid donde trabajo como paladín de la comunicación en Pandora FMS y periodista freelance cultural en cualquier medio que se ofrezca. También me vuelvo loco escribiendo y recitando por los círculos poéticos más profundos y oscuros de la ciudad.
Dimas P.L., from the distant and exotic Vega Baja, CasiMurcia, journalist, editor, thaumaturgist of content and champion of scaring pigeons in parks. I currently live in Madrid where I work as a communication champion in Pandora FMS and as a freelance cultural journalist in any media offered. I also go crazy writing and reciting in the deepest and darkest poetic circles of the city.