La fórmula del teletrabajo, extendida entre muchas empresas a partir del fenómeno del confinamiento, provocado por la pandemia, ha dado origen a un nuevo modelo de relaciones laborales. Un sistema que se denomina ya como “híbrido” porque conjuga el teletrabajo con la presencia física convencional.
Según estudios de Microsoft sobre tendencias laborales, se advierte la conveniencia de mantener opciones flexibles de trabajo remoto. Encuestas realizadas a 30.000 trabajadores de 32 países arrojan que casi el 73% quiere trabajar a distancia, al menos un 60% de su tiempo, mientras que un 45% se plantea cambiar a trabajos que les permita alternar la presencialidad en las oficinas con el trabajo desde otros sitios, mediante el coworking, trabajar en casa o en la propia oficina.
En una empresa de tecnología, especializada en la monitorización de sistemas como es Ártica PFMS, esta situación se ha convertido en una oportunidad para mejorar notablemente el clima laboral. Hemos logrado instaurar un sistema de libertad laboral para los empleados, unos 50, que está dando sus frutos. Se ha producido un incremento de la productividad. Ha bajado la rotación de modo considerable porque nadie se siente agobiado. Se valora mucho evitar gastos y tiempo de transporte. Nadie se manifiesta en contra y la mayoría agradece el ser dueño de su tiempo y tener opciones para la conciliación y para cumplir con su tarea.
El teletrabajo se ha impuesto de forma espontánea porque los empleados así lo han deseado y también porque la dirección de la empresa se ha preocupado de darle cauce y llevarlo a feliz término. Se han conjugado ambos intereses buscando la armonía laboral, invirtiendo en una reconfiguración del espacio físico y en los procedimientos de trabajo, en los que cada empleado administra su propia responsabilidad con la opción de teletrabajar y asistir de forma presencial cuando se estima necesario.
Las reuniones se programan cada semana y se realizan a través de un sistema tecnológico de comunicación que permite un encuentro telemático donde pueden participar los profesionales de la compañía, bien en su totalidad o por departamentos: comercial (Ventas y Canal); Desarrollo, Testing y Calidad, Soporte, Proyectos, Recursos Humanos, Administración y financiero, I+D. Todos los contactos se realizan con una agenda muy definida, con lo que se evitan pérdidas de tiempo. Cada persona sabe cuándo debe intervenir y qué debe reportar. El presidente de la compañía se involucra plenamente y en cada reunión, marca las pautas a seguir, atiende las dudas y consultas y adopta decisiones.
Otro logro que apreciamos es que se ha creado un mayor espíritu de trabajo en equipo. La flexibilidad de horarios y de lugar de trabajo, junto a la formación útil, es la combinación perfecta para retener talento. Ahora hemos apreciado que en un año hemos pasado a rotación “0” debido a este nuevo sistema que hemos implantado.
Agile room
Es una sala dotada de tecnología de vanguardia que permite combinar y simultanear reuniones telemáticas con encuentros presenciales. Se pueden llevar a cabo reuniones ágiles, cortas, no más de 15 minutos en las que se produce una interlocución espontánea entre los asistentes.
También, se ha creado un espacio destinado a la formación on line, de forma que la actualización de conocimientos queda asegurada con el mismo rendimiento que la presencial. En la sala de formación el profesor puede mostrar pantallas en las que se visualizan los contenidos a explicar. Se combina su imagen con pantallazos en los que se pueden leer textos con una mayor calidad que el tradicional power point. El alumno puede interactuar mediante voz, con el profesor y resto de compañeros, sin tener que recurrir a la pregunta escrita del chat. Hemos dado cauce a lo que se denomina “learnability”, que es la curiosidad y capacidad de aprender nuevas habilidades para mantenerse empleable a largo plazo.
Reseteado el viejo modelo del lugar de trabajo
Hemos superado el modelo tradicional de puestos presenciales masivos, típico del taylorismo, en el que una enorme sala alojaba a un sinfín de empleados alineados, que trabajaban sin levantar la vista de sus asuntos y donde era difícil comunicarse con el resto de compañeros.
Esa amplitud de espacio la hemos transformado en un entorno amable. Hemos invertido en conectividad para tener una telecomunicación de calidad y segura. Hemos superado la idea de que el despacho era un privilegio de los jefes donde había sobre todo comodidad para ellos. Ahora la oficina es un gran despacho con sofás, sillones, grandes cristaleras donde puedes encontrar la intimidad para una llamada en cualquier lugar, iluminación cálida y pantallas para conectarte con quien quieras. Hay un salón de café para tomar un tentempié y donde cualquier profesional de la compañía puede venir cuando lo desee.
Ese cambio implica toda una evolución en la manera de relacionarse y sacar rendimiento al trabajo porque todos nos sentimos confortablemente responsables de lo que tenemos que hacer, sin presiones añadidas. Somos el sitio ideal para trabajar porque el empleado puede elegir, según su estado de ánimo, sus obligaciones familiares y sus tereas en la empresa, entre el teletrabajo o su presencia en un entorno agradable.
En definitiva, esta nueva estructuración del teletrabajo nos ha permitido crear un modelo disruptivo donde el empleado disfruta de su libertad de elección, al tiempo que permite a la empresa disponer de un control del rendimiento de cada empleado, estableciendo objetivos claros en la tarea laboral y medir en tiempo real su cumplimiento. Todos hemos ganado con esta metamorfosis.